E
l poder omnímodo de PSOE y sus aliados se juega no solo en las elecciones autonómicas, sino en mayor medida, en las municipales. No es hora de señalar los errores y sectarismos sufridos por los españoles durante estos años de legislatura. Baste decir que casi se han asaltado las columnas constitucionales de nuestro Estado de Derecho.
Aunque puede que no lo sepan, el PSOE comprendió, desde el primer minuto que, si quería quedarse con el poder por mucho tiempo, tenía que establecer estrategias en los cimientos del sistema que heredaba, de manera que fuese casi imposible hacer real la alternancia democrática. Y adoptó la estrategia que había hecho longevo al dictador: quedarse los nuevos cortijos, ellos, que ahora eran los nuevos caciques, a base de voto cautivo, enchufes, paguillas, ayudas, entes creados ad hoc, empleos para los acólitos en los municipios y corrupción por doquier.
Así nacieron las taifas, de la que Andalucía fue, y sigue siendo en gran manera, el ejemplo más palpable de lo que decimos. Y es así no porque queramos inventarnos nada. Sepan que la alianza entre los municipios y las diputaciones provinciales es el eje vertebral del poder socialista, no ya en Andalucía, sino en toda España. Ese nudo gordiano que provee, cual maná, a los municipios provinciales que le son afectos, de unos ingresos que otros, al disentir, pierden, o reciben en cantidades que no responden a la categoría que se les supone.
En nuestro pueblo, seguimos padeciendo una tristísima anormalidad democrática: existen varias bolsas de voto cautivo, que hacen de muro de contención para poder pensar siquiera que la diputación provincial peda cambiar de manos, que la ciudad pueda despegar económicamente y que la gente, siquiera, pueda votar en libertad.
A nadie se le escapa que existe un grupo, que sigue llamándose a sí mismo «andalucista», que vota con la fe del converso a no se sabe bien qué, pero sí a quién. Este fenómeno sigue llevando al personaje que los lidera en volandas, de forma y manera que su concurso no puede faltar a la hora de confeccionar el futuro gobierno de la ciudad. Influye de tal manera que la ciudad no fluye, no rompe, no abraza ningún futuro. Pero, el efecto colateral de quienes así votan es que provocan la invisibilidad política de nuestra ciudad y la desertización de su red económica.
Otro bloque, escindido del anterior, usa las consabidas reglas del «envolverse en la bandera», y vota de la misma manera que la del anterior, con la misma fe, sin saber por qué ni para qué, salvo el consabido cautiverio del voto y los beneficios que se derivan de dicho voto, evidentemente alienado. Su influencia es algo menor que la del grupo anterior. Ello no significa que no lleve las intenciones de ser decisivo en la conformación del gobierno del consistorio. Si no lo logra, sus votos son como agua por alcantarilla, fluye, pero no obra los milagros necesarios.
Los bloques citados siguen existiendo por la inquina entre sus dos líderes, anteriormente grandes amigos y colegas en la gestión municipal, donde fuimos testigos de hasta dónde se puede llegar para captar recursos para el patrimonio propio.
El PSOE, en sí, está en decadencia, aunque no muy evidente todavía. Hay algún muñidor (¿no los hay siempre?) que se encarga con mano de hierro de hacer votar a todo aquel que sea necesario como para dominar la cúspide del consistorio, es decir, la figura del alcalde. Siendo así, y esa es la realidad, las votaciones en las elecciones municipales solo sirven para que la larga mano de la diputación provincial ponga a los isleños en franca desventaja respecto de otros municipios y ayude a que esos dineros se repartan entre los votos cautivos de toda la provincia, con independencia de quiénes necesiten salir de su propio marasmo como es el caso de nuestra ciudad.
La derecha anda de capa caída. A estas horas, los populares isleños no saben, no contestan, cómo se presentarán a las urnas municipales cuando toque. No se muestra actividad alguna y el partido parece un encefalograma plano. Lo lógico sería tener una organización sólida, con un líder con las ideas claras y una intención más clara todavía: unir a toda la derecha, de manera que el bloque de izquierdas (PSOE + UP) no tuviera más elección que claudicar.
Porque, verán ustedes, un líder de la derecha con las ideas claras, habría visto que los dos partidos (andalucista y el que se enfunda en la bandera), son de derechas. Aunque ni ellos presten atención a ello lo más mínimo. Dada la longevidad casi extrema de sus líderes, sería hora, junto con los que hoy se hacen llamar Ciudadanos y Vox, de llamar a una gran coalición que deshiciera el nudo gordiano del poder socialista.
A estas alturas, los partidillos deberían hacer examen de conciencia y convenir en que no forman parte de nada, no son solución de nada y no ofrecen nada, más allá de los favores que da el pesebrismo y el filibusterismo políticos. Es hora ya de que converjan en una alternativa de pujanza económica, de renovación de las apuestas y de resurgimiento de nuestra ciudad. El PSOE y la estructura micronizada de nuestra política no nos han traído nada, salvo la decadencia y la irrelevancias dentro de lo que un día fue nuestra ciudad.
Parece ardua la tarea. Pero más dura será si no nos ponemos a ella más temprano que tarde. Necesitamos políticos que trasciendan el marco taifal en que estamos inmersos. Seguir así es condenarnos a nosotros mismos a una lánguida y adormilada muerte como ciudad y como pueblo.
En estos días se han iniciado unas obras que nunca debieron haberse comenzado. El poder inmenso de los líderes anteriores del PSOE, apoyado de manera indirecta por estos que dicen defendernos y promocionarnos, nos llevó a construir una Plaza de las Flores que solo ha resistido 22 años. El Mirador de Poniente, diseñado hace ahora la friolera de 25 años y que se iba a construir para antes de ayer, vuelve hoy, de la mano de una empresa que nadie conoce (promotora también de la obra de la Plaza de las Flores), de la cual no conocemos sus presupuestos y de la que no sabemos tampoco qué durabilidad tendrán (la una y la otra). Dicen que el dinero viene de Europa. Sí, porque Europa nos regala el dinero y nosotros no se lo devolvemos a cambio de la presión fiscal municipal más alta de nuestra provincia. No parece si no que nos toman por idiotas. O tal vez lo seamos, que todo puede ser.
Todo convergerá en Mayo, cuando toquen las elecciones municipales. Quién sabe si, para entonces, hayan arrasado, de una puñetera vez, con las losetitas de gres de la Calle del Carmen, con las mismas de los Paseos de los Reyes y del Chocolate, las del Paseo de las Palmeras y, de paso, con los horrorosos bancos de mampostería diseñados al calor del Plan E de Pepeluí. Se habría perdido, en palabras de doña María Luisa Faneca «una playa» por el color amarillo (arena) y azul (agua de mar) de las dichosas losetitas. Lo que no habrá desaparecido será la enorme deuda que nos dejó, que pagamos religiosamente todos los isleños contribuyentes durante todo el año. Y si no pagan, les embargarán las cuentas.
Esta realidad miserable de nuestro pueblo es la que nos han preparado quienes nos iban a rescatar del letargo. El reguero de paro, la larga lista de personas en comedores sociales no solo es el resultado de estas políticas rácanas, que se dirigen desde fuera de nuestro pueblo, sino que son el resultado del enorme «gasto social» del gobierno central que nos ha llevado a tener una deuda de medio billón de euros más de la que había, obligando a una recaudación por parte del Ministerio de Hacienda como nunca se había visto en la historia de nuestra democracia. Recuerden porqué casi no llegan a fin de mes.
Rompan el nudo, únanse, proyecten nuevas ideas, jubilen a los inservibles, den oportunidades a los jóvenes bien formados, caduquen viejas estrategias políticas, echen de sus poltronas a quienes solo se sirven de la política para sus propios intereses. Ya es hora.
Todo eso nos jugamos en las próximas elecciones municipales. O no. Igual no hay nadie reflexionado sobre el poder de su voto y estos comicios serán una repetición de todos los anteriores. En sus manos está el comienzo de un futuro mejor para sus hijos y sus nietos, para su pueblo y su relevancia en el devenir económico y social de nuestra provincia. Hay que derruir la causa: el neocaciquismo taifal y pesebrista a que nos tienen sometidos los señores del consistorio.
En las Elecciones Municipales.